1. “Yo soy mi puesto”
Cuando
las personas de una organización se concentran únicamente en su puesto, no
sienten mayor responsabilidad por los resultados que se generan cuando
interactúan todas las partes. Más aún, cuando los resultados son
decepcionantes, resulta difícil saber por qué. Sólo se puede suponer que
“alguien cometió una falla”.
2.
“El enemigo externo”
Todos tenemos la propensión a culpar a un
factor o una persona externa cuando las cosas salen mal. Algunas organizaciones
elevan esta propensión a un mandamiento: “Siempre hallarás un agente externo a
quien culpar”
3.
La ilusión de hacerse cargo
A menudo,
la “proactividad” es reactividad disfrazada. Si nos volvemos más agresivos para
luchar contra el “enemigo externo”, estamos reaccionando, no importa cómo lo llamemos.
La verdadera proactividad surge de ver cómo intensificamos nuestros
propios problemas. Es un producto de nuestro modo de pensar, no de
nuestro estado emocional
4.
La fijación en los hechos
El
aprendizaje generativo no se puede sostener en una organización si el
pensamiento de la gente está dominado por hechos inmediatos. Si nos
concentramos en los hechos, a lo sumo podemos predecir un hecho antes de que
ocurra, para tener una reacción óptima. Pero no podemos aprender a crear.
5.
La parábola de la rana hervida
Para
aprender a ver procesos lentos y graduales tenemos que aminorar nuestro ritmo
frenético y prestar atención no sólo a lo evidente sino a lo sutil, que a
menudo plantean para todos las mayores amenazas.
6. La ilusión de que “se aprende con la
experiencia”
He aquí
un fundamental dilema de aprendizaje que afrontan las organizaciones: se
aprende mejor de la experiencia, pero nunca experimentamos directamente las
consecuencias de muchas de nuestras decisiones más importantes. Las decisiones
más críticas de las organizaciones tienen consecuencias en todo el sistema, y
se extienden durante años o décadas. Las decisiones de Investigación y
Desarrollo tienen consecuencias de primer orden en Marketing y Manufacturación.
7.
El mito del equipo administrativo
Con
frecuencia, los equipos empresariales suelen pasar el tiempo luchando en
defensa de su “territorio”, evitando todo aquello que pueda dejarlos mal parados
y fingiendo que todos respaldan la estrategia colectiva del equipo, para
mantener la apariencia de un equipo cohesivo. Para preservar esta imagen,
procuran callar sus desacuerdos, personas que tienen grandes reservas evitan
manifestarlas públicamente, y las decisiones conjuntas son aguadas componendas
que reflejan lo que es aceptable para todos, o bien el predominio de una
persona sobre el grupo. Si hay desavenencias, habitualmente se expresan
mediante acusaciones que polarizan las opiniones y no logran revelar las
diferencias de supuestos y experiencias de un modo enriquecedor para todo el
equipo.
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